?Ganarás la luz? ha reunido a cuatro libreros madrileños que han debatido sobre la resistencia y la capacidad de innovación del sector en la ciudad

Una hora paseando en Guadalajara por las librerías de Madrid

Una hora paseando en Guadalajara por las librerías de Madrid

Una hora de paseo para una hora de debate. Arrancando de Argüelles, recalando en la zona de Tirso de Molina y terminando en Malasaña, el paseo virtual incluye cuatro librerías -Rafael Alberti, Naos, Traficantes de Sueños y Tipos Infames-, cuatro modelos de gestión que hacen una buena semblanza del sector en Madrid, una ciudad que con sus 497 librerías, adelanta a Londres y París en número: 16 librerías cada 100.000 habitantes frente a las 10 de Londres y las 9 de París. Y otro dato positivo sobre su futuro: en los dos últimos años no ha habido bajas en el mapa librero de la ciudad.

Las cuatro son buenos ejemplos de la diversidad que ofrece el panorama librero madrileño. La Rafael Alberti y Naos, son dos de las decanas, la primera con cuarenta años cumplidos, la segunda a punto de cumplirlas el próximo año. Traficantes de Sueños superó ya la veintena y Tipos Infames es la "pequeña", con siete años a sus espaldas. Las cuatro representan también diferentes "maneras de entender el oficio", porque según los participantes no hay diferentes modelos: Alberti, buscando siempre nuevas formas de ilusionar al ciudadano con los libros; Naos, desde su condición de librería de fondo, especializada en arquitectura, urbanismo y paisajismo; Traficantes de Sueños, con esa apuesta por convertir a las librerías en espacios de reflexión y agitación que trasciendan a la mera venta de ejemplares, y Tipos Infames, un espacio suma a la exposición y venta de libros una zona donde ojear las páginas con una copa de vino o un café en la mano.

Reivindicando la figura del librero
Pese a esa disparidad de modelos, los cuatro han coincidido en que, en la evolución de las librerías madrileñas, han cambiado las herramientas con la revolución de las nuevas tecnologías pero sigue siendo imprescindible el oficio. "Lo que ha cambiado es la herramienta ?dijo Reyes Díaz, fundadora de Naos. "Hemos pasado de las fichas manuscritas al ordenador y las redes sociales". "Básicamente el trabajo sigue siendo el mismo", apuntó Lola Larumbe, más de 30 años en la Rafael Alberti. "Al final dependemos de los buenos libreros, de quienes saben transmitir lo que tenemos entre manos que no es otra cosa que la cultura", añadió. Un hecho que se ve reforzado por el sistema de compras en firme de las librerías españolas, que obligan al librero a ser muy escrupuloso en las adquisiciones para no hacer peligrar las cuentas. Esos riesgos económicos entrañan un rasgo positivo, obligan al librero a ser un impenitente lector, como señaló Alfonso Tordesillas.

Esas herramientas que han cambiado por la aparición de las nuevas tecnologías han permitido aumentar la capacidad de hacer otras cosas, por ejemplo incluir actividades casi a diario en las librerías para seguir consolidándolas como espacios de referencia en los barrios. "Sin ellas, antes como mucho podemos organizar una propuesta diaria. Antes, como mucho, hacíamos una a la semana", dice Larumbe. Para Naos, Internet fue la tabla de salvación cuando llegó la crisis hace unos años ?"nos ha fundido"- e hizo caer las ventas en un 50%. "Si no hubiera sido por eso posiblemente habríamos tenido que cerrar"

Motor de comunidad
Blas Garzón reivindicó el papel "propositivo" de las librerías desde la condición de "Traficantes de Sueños" de estar "con un paso en el ámbito profesional y otros en el político". Nacida en 1995, esta librería es parte de un proyecto de los movimientos sociales de Madrid y la necesidad de tener un espacio donde encontrar materiales e información para seguir alimentándolos. Las librerías, a veces, "han caído más en la pasividad que en la resignación. Y no, hay que ser más propositivo, darles un sentido que vaya más allá de la venta". En esa línea su librería está concebida como un espacio de colaboración con los procesos urbanos y de agitación de esos procesos de lucha y resistencia ciudadana".

Larumbe insistió que en las librerías son "el motor de la comunidad, una larga conversación que se tiene de uno en uno. Eso en sí mismo es ya una propuesta revolucionaria y antisistema. Con los márgenes que jugamos y por la labor que hacemos todos los libreros somos antisistema".

Desde el público algunos asistentes reclamaron la elaboración de un mapa de librerías, como existe de monumentos en el mapa de la ciudad. Una reivindicación antigua señalaron los ponentes para que la red de librerías emerja y deje de ser subterránea./